Amor...
Huella de manos en tu poliéster.
Huella de pasos en tus pies
mis pies, caminamos juntos
sin saber a dónde nos dirige
la tiniebla que repercute
en la primitiva soledad del sueño.
Manía de amarnos con los ojos despiertos
durmiendo, durmiendo.
Sé que este amor es simple
tan sencillo como un pañuelo
pañuelo en que lloro
pañuelo en que te pierdo
Quisiera, yo no sé
romper las costuras de tu cuerpo
e irme a descansar en el mío
para no tener que caminarme
para no tener que sentir
que esto ha venido a usurparnos el tiempo.
Como cuando dos gusanos
reptan el cielo creyéndose mariposas.
Y se encuentran en una noche conjurando en el espejo
el deseo de regresar a la vida que perdieron.
Y muchos dirán, lo sabíamos
teníamos en el cráneo la ruptura
del pájaro, la hebra de un suicidio
se los dijimos.
Y a nosotros, nos parece
ese hablar ronco de diafragmas
ese tronar de dedos en la cara
[ de-dos sino quién nos salva]
el hilito de un ratón
que ha encontrado la vida en una trampa.
Ustedes son los ratones
( se los aclaro gatos del limbo)
nosotros los orificios por donde escapan
los que tienen ardores de arena
y una deuda infinita con el Dios de alambre
novo milagro en sus lácteos.
Guarda la felicidad en un paquete
sin remitente,
hasta que empiece a ser mentira
esta realidad que escogimos
en la otrora edad del sufrimiento.
Lo que encuentras es un vello
que extraviaste
de la fantasía de un cuarto
en una boca sin lengua
( sin pelos en la lengua)
se dicen la verdad los que amaron
hasta la escasez de la crema depilatoria.
No mientas hasta que el amante
extraiga del cajón
los días que habrían de volver.