Jose Arcadio Libertad

EXILIO.

 

Me exilio.

Abandono las malvas estrujadas

que palparon nuestros cuerpos

percibiendo nuestras vibras aquella  tarde de cielo.

Al sol extraordinario

que asomó más de una vez

 tras un cirro silencioso.

Abandono a la estrella solitaria

que alumbró nuestra aurora…

y a la luna

y al mar

y al ocaso en tus pupilas.

Me exilio

en el viento desvalido

sin la revolución de tus cabellos

ni el fusil de tu memoria

sin el fuego de tu boca

donde no habita el ideal

                                             ni la flor…

                                                     ni la utopía.

Me voy.

Se derrumba la cornisa

del delirio en tus caderas

y la gloria de tu sexo.

Se muere el violeta de tu sangre oxigenada

sin la algarabía metafórica

de una nota de amor…

                                        en mi verso.

Sí, le digo adiós a tu ombligo

que vibró para mí

en tu piel de violín

o en la gota de rocío…

 de tu esencia de mujer

                              entre mis dedos.

Los recuerdos  asoman una lágrima

que se hunde en el vacío

y contagia su rabia

a  este verso proscrito

que me acerca al infierno…

                                         de tu paraíso prohibido.