Gloria Rivas

Memorias de un viaje

 

Miré hacia afuera

y contemplé

por vez primera

los espigados

árboles subiendo

por las faldas

de las verdes

montañas,

elevando sus  troncos

como brazos gigantes

hacia el cielo azul

manchado de nubes  

traspasadas

por los dorados  

rayos de  un sol

que  luchaba

por iluminar

la aurora andina.

Cruzamos  puentes

sobre espumeantes ríos,

escuchamos bramar reses,

y  el  canto de los gallos

y del campesino

pastoreando  ganado

y  percibimos  

el olor de la leña

encendida en los fogones,

y del café recién colado

y de la arepa de maíz

pelado asada

al calor del fogón

de humildes

viviendas edificadas

en las veras del camino.

Son los recuerdos

que conservo 

del maravilloso viaje

que realicé en mí niñez,

que vuelen a mi memoria

una y otra vez

porque gracias

a esa travesía

descubrí paisajes

olores y sabores

que nunca adiviné.