Manuel A Gonzalez P

A mi novia amada

Nunca tuve una decisión tan correcta
como de pediros en eterna plenitud
buscando sin suerte la musa perfecta
tornando los lirios con tal magnitud.



Y sin hallar en los tormentos salida
la esperanza ocultose de mi suerte
hasta encontrarte al final en mi vida
fui liberado de la solitaria muerte.



Pensé que la agonía era sin descanso
y que su infinita tristeza me perseguía
quedando mi ser moribundo y manso
ante la ley que el destino dispondría.



Pero tu llegada tan justa y acertada
a mis versos cambio su gran armonía
con tu voz tan dulce y por mi deseada
tengo el orgullo de llamarte mía.