Siempre es bueno prescindir de ciertas cosas. Quiero decir, restarles un poco de ese falso protagonismo que atrevidamente se han ganado. Desecharlas quizá, desplazarlas, e incluso inanimarlas, porque de vez en cuando las creemos vivas. Cosas tan banales que se nos vuelven innecesariamente necesarias.
Siempre es bueno dejar olvidadas las llaves, para no vernos obligados a regresar a casa y encerrarnos en una habitación, sin disfrutar los caminos que nos puedan conducir a otros lugares. Siempre es bueno quedarse sin batería en el teléfono, para perderse un poco, para volverse inaccesible. Siempre, léame bien, siempre es bueno perder el reloj de vista, andar desprevenido de los golpes que puede dar el tiempo cuando corre con afán. Y personalmente, para mi siempre es bueno prescindir del papel o de un lápiz, porque cuando escribo corro el riesgo de encontrarme, y la vida la quiero malgastar buscándome.