Johnny Mad Hatter

No otro cuento de hadas más

 

Oscuro, frío, Dios se había olvidado de esta noche, a lo lejos las brujas ríen en su eterno aquelarre al pie de la montaña, al margen del bosque, ¿por qué hace tanto frío? Ya no recuerdo porque sigo corriendo.

 

Horas antes la princesa Dehra discutía con su hada madrina ciertos asuntes de incumbencia real;

 

-¡no puede ser! ¿Cómo pudiste matar a ese niño?- titubeaba el hada entre sollozos.

 

-¿yo? Yo no seria capaz de matar a nadie, seguro fue alguno de esos bandidos que trabajan como sirvientes en el palacio. La princesa escupió con ironía tal que causaba repugnancia hasta en los botones de su traje.

 

-¿estas loca? Como pudiste?

 

En medio de esta conversación resonaban las campanadas de la iglesia junto a la plaza, dos clavos muy grandes parecía su reteñir; ya cuando disipaban los gritos el murmullo de la ciudad un gran cuervo, con plumas que destellaban azules reflejos del cielo y un peculiar graznido observo la escena en todo su esplendor desde el viejo olmo seco que se asomaba a la habitación pasando desapercibido en le correr del día.

 

 Llegada la hora cuarta de la tarde de aquel fatídico día las criaturas de un bosque al que los ancianos del pueblo llamaban de los suspiros se removían en sus perturbadoras siluetas de seres deformes o distintos de cualquier criatura conocida.

 

Trascurridos quince minutos después de las cuatro de la tarde una sombra merodeaba el castillo, un pequeño ser tan extraño como la aurora boreal, pero aun así existe, una bruja de arena con un aspecto desquiciante para cualquier hombre, no era como cualquier otra, no tenia verrugas ni una enorme nariz, no hedía a pantano ni animal muerto, era de corte gitano, con ropas extrañas, coloridas, con largas cabellos negros como la noche, y extraños lunares blancos que le daban cierto aire a un tablero de ajedrez, tenia muchas alhajas bastante valiosas, sus ropas eran largas y de época, descalza y libre como el viento, y aun mas hermosa que la primera luna llena de la primavera, pero no caigas en su juego, no te dejes enredar en sus hilos de plata, porque su alma es negra como la noche, exhalando fuego del infierno y azufre del hades, quizás nadie podía verlo, pero los seres especiales muy bien sentían su presencia diabólica.

 

Reina gitana condenada a vagar en busca de justicia, la justicia que ella misma no pudo impartir, como castigo infernal, debe oprimir a aquellos seres que el poder protege y el dinero escuda.

 

Esgrimiendo magia de otro mundo materializo su cuerpo a través de los ojos bermejos del cuervo en aquella habitación donde se debatía un crimen que la historia no debía recordar.

 

-Así que eres la chiquilla que he venido a llevarme- escurrió estas palabras por sus labios carmesí la gitana.

-quien demonios eres- llena de miedo contesto la princesa.

-NO PUEDES LLEVARTELA, ella esta bajo mi cuidado- añadía la incompetente hada.

 

            Con una fatídica sonrisa en unos labios tan encantadores que te hipnotizaban discurrió un veredicto extraño:

 

-¿Crees tener poder o autoridad sobre mi? No seas tan ilusa anciana, tu magia o tu poder no son un obstáculo y ella vendrá conmigo por sus crímenes auque no quieras.

 

En un instante el hada ya estaba en medio de ambas, culpable y verdugo, pero nada podía hacer, y lo sabía.

 

-Tendrás que deshacerte de mi para llevártela-  con valor zarandeo el hada.

 

Respondió la bruja – si así lo deseas,  que tus deseos sean ordenes, espero puedas disfrutar tu larga estadía en el infierno-

 

Y así con palabras que no puede entender el odio humano conjuro el alma de el hada a estar atada una eternidad en el infierno, y mientras su cuerpo se desintegraba la princesa sumida en cobardía desaparecía de la vista por los pasillos del castillo.

 

En su cabeza podía escuchar la viciosa voz de aquel ser demoniaco que venia a purgar sus crímenes y no la dejaría en paz hasta lograrlo.

 

Ya estando bastante lejos del pueblo, cercanas las seis campanadas la tarde caía, y el único camino era el bosque de los suspiros.

 

Instantes después la bella bruja observa desde los árboles seguida por el cuervo, mientras pone barreras de espinos en donde retiene a esa niña loca que pensó ser dueña del mundo.

 

-Yo Ainara, reina gitana caída en desgracia por mis crímenes, condenada por mi maldad y asignada a castigarte elijo para ti la peor muerte, convoco a que las criaturas de este bosque te cacen hasta que tus últimos huesos se quiebren y tu ultima gota de sudor caiga, que desde la lamia hasta el fauno beban tu sangre y muelan tus huesos, que los brownies beban tus lagrimas-

 

Cuando abrí los ojos ya no había nada, todo seria un sueño, había imaginado todo aquel horror, que tonta he sido.

 

Lo que aquella chiquilla tonta no sabia es que a sus espaldas aun había una orgia sedienta de su sudor, y muy ansiosa de devorar su piel trozo a trozo.

 

Mientras que esa extraña creatura, esa que alguna vez fue mujer divina, se encargara de los pecados de aquella niña.

 

¿Fin?

 

¿Será que acaso todos merecemos perdón? ¿Será que merecemos ser absueltos de nuestras culpas? O debería existir un verdugo que cargue a nuestras cuentas la deuda de nuestros malos actos.