Estoy pasando por uno de los peores momentos de mi vida: no me pesan los problemas, ni las tristezas, ni siquiera la melancolía. Estoy riendo más de lo normal - cosa que no creía posible - y socializo con tal facilidad y con tanta gente, que empiezo a desconocerme. Ya no siento que me ahogo, ni el impulso de escapar. Ya no me punzan las letras desde adentro, ni las noto ansiosas por aflorar en el papel; se me está olvidando escribir. Los días ya no son monocromáticos y siento un pánico atroz de que las noches tengan más estrellas que cielo. Mis ojos ya no se deshidratan y hasta los diálogos internos se sonríen últimamente. No soy yo, me estoy huyendo.
Auxilio, que ya no me muero.