FIDEL HERNANDEZ

Para ti, Sil

Navegan por el aire unos versos

hasta unas lejanas tierras,

esperando  que lleguen a buen puerto:

a los oídos de una poeta.


Fecundó el grito a la lucha

con estelar polvo de poeta,

y alimentada con nueve lunas,

abrió los ojos una niña en Cuenca.

 

Los Andes le regalaron la fortaleza;

el esplendor se lo dio la selva;

quiso depositar Guayaquil

el cacao en la piel

de esa formidable mujer

querida por ti, admirada por mí.

 

Mujer que lleva dentro

el aroma de la mar salada

y el firmamento entero

en el brillo de su mirada.


       Para ti, Sil.  

      Para ti, compañera