Fernandotorres

SOLDADO

Tendido en mitad de la sala

sobre una mesa llena de llantos.

Únicos testigos de su presencia

baldosas y una carta al olvido,

en la que consta su nombre

cuando vivo.

Desgastada sábana le tapa,

no tan corta para dar asco

no tan larga para sus pies descalzos.

Donde la roña se acumula.

Demasiado camino,

demasiado cerrado.

Por la ventana

un hilo dorado

forma en su vientre

una llama tibia,

no le quiere dejar

de la fría tierra en manos.

Había sonreído al miedo

y temblado ante la suavidad

mas la trampa del odio

esa no la pudo saltar.

Cuando cayó

de su cuerpo salieron

infinitos pájaros negros

volando hacia el cielo.

Por el pasillo

alguien viene a llevárselo.