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Como hilo en aguja

 

Amanece sé,

y es por ti.

Porque eres luz

que sustrae con su decencia,

de un pozo; la profundidad.

 

 

Amanece, pues

le hurtaste, (desvergonzadamente inocente),

una lista de delitos a la oscuridad.

 

 

Cuando despierte, quiero hacerlo,

deshojando el aroma de mujer,

el intenso perfume de la piel,

¡la tuya!, que es de mis sueños.

 

 

Amanece, pues

tu sonrisa me mira,

tus manos me degustan

y mi cuerpo te escucha.

 

 

Sorprendido. A tu lado:

no hay mañana y amanece.

¿Serás quizás; un sol,

albor, el día. El día

que quiso tomar prestadas las medidas,

y las curvas  placenteras de mujer.

 

 

Amanece, ya nos cubre y salvaguarda

el magnético influjo boreal.

Somos atraídos,

a un principio, a un concierto,

que no entiende de final

...hacia el amor inmenso

y sus prodigios.

 

 

Ya amanece tras el frío intenso,

de un invierno duro y prolongado,

en que la claridad sólo era un feto.

 

(La noche se vestía

alejada de fiestas y bailes;

lucía un vestido;

inoportuno, de silencio largo.)

 

Ya sopla una luz en mis oídos,

tras pasar, ascensos huidizos

y el traspiés que aguardaba

en las resbaladizas escalinatas.

 

 

Cuando despierte,

no me falte, quiero hacerlo;

con el sabor de tus labios,

junto a la virtud de tu espíritu,

yo deseo, completarme en tus adentros.

 

 

Tener domado al infortunio,

que éste sea mentira en nuevos tiempos.

Reposar en la libertad,

ver tu rostro y sentir la unidad,

encontrar en tu isla los tesoros,

naufragar en el mar,

mar, el tuyo, y que esté abierto.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)