Diegara

Viernes ocho aeme

La respiración acelera y puedo ver como el pulso se agita. Tiemblan las manos y la mirada no enfoca bien. Hay un pañuelo en mi mesa que está empapado y la tos se hace cada vez más constante. La mañana aparece fuerte y la ciudad pita demasiado, se recuerda este amanecer de aquella jornada, aquel salto, aquel doceavo piso, aquella terraza, aquella triste decisión.