bernardo cortes vicencio

MALDITO POETA

 

Maldito poeta que se alimenta de mis larvas sentimentales

maldito camaleón que rasguña las decepciones de mi latido

en cada golpe

       en cada contracción

                 sístole

                         diástole

 que al llorar

 exprime los días cincelando  la angustia de mi suspiro. 

 

Y la ridícula ola de la tinta

se vuelve estigma en la hoja

coágulo abierto de un olvido

mutua espina cuando mi puño  escribe la sal

 guardándola en la comisura de mis labios.

 

Y me hace sombra la cara de mil palabras

y  tartamudeo al escribir lo que siento

con la fría pluma lamiendo mis escritos

al seco alfabeto entre mi lapicero y yo.

 

Cuando el murmullo roza los ecos

los  ecos  nombran    la humanidad del viento

cuando aspiro el distinto aliento del follaje

y él nombra con la cal…  mi herida abierta.

 

Y se vuelve  cicatriz del árbol más viejo de mi juventud

y la niñez de mi carne… más viva que la piedra

porque  en el cuaderno entreabierto

ahogo la semilla de la voz en mi camisa

el tono azul del uniforme

el rumor perdido de algunos pies

la persiana de un perfume

 oliendo los celos de mi  libro.

 

Porque estoy sentado ante la rústica luz

en la antesala de la estrofa

donde se  decolora el poema

lava ante la fina escama que flota

 a la simple fricción de la letra.

 

No importa el texto de la sílaba

ni la imagen muerta de esta lápida amarillenta

 solo  oculto… los deseos del pasado.

 

En la moldura de los años

cuelgo la fatiga de mis ojos

sobre el  marco del tercer muro

en que se ha dilatado el maldito poeta

que ha vivido…

              … de cada uno de mis latidos.

 

 

                                                                            Bernardo Cortés Vicencio 

                                                                             Papantla Ver, México