Diegara

Natalicio

En el indispensable momento de llegar a la osadía

en las montañas largas donde descansa mi recuerdo

en los sueños que poníamos a reposar

cuando Ernesto nos miraba para arriba

en el suplicio del tabaco y las botellas vacías

en los momentos pendientes por regalarnos

en la caneta y el papel que sufren un  clic sostenido.

 

En las noches donde pertenecimos a la música

cuando en su regazo nos arrullaba la intro

de una libertad de expresión utópica.

 

En los calabozos donde la muerte nos seduce

en el amor que te regalas y que me regalan a mi

en los cantos de un gallo que se embriaga

en el margen de error que hay entre tus ideas y las mías

en el aura que se talla en las orillas de la luna

en las banquetas de la ciudad de los santos.

 

En la penumbra que se enmarca en las sonrisas

sobre los adoquines de la Santander.

En los retretes que existen en lo superficial y lo vano.

 

En las ramas que se dibujaron en tu frente

en los amaneceres que nos regalan las resacas

en las fiestas que atardecen con el aurora

en los peldaños que nacen cuando entra la locura

en la súbita flecha que atardece nuestro humor

en el verso que se despega de las melodías

y las sempiternas corcheas

en las guerras extraviadas y los amores frustrados.

 

En la pluma que dibuja mi poema en este perfil...

es ahí, donde yo te subvengo un pensar, momentos

y una fecha que confirma…

como te vas emborrachando de vejez.