Evonth

Voces.

¿Oyes esas voces?

El mundo va a explotar, lo presiento.

Todo en cuanto creemos,

todo por lo que soñamos

y todo por lo que nos movemos

nos abandonará tarde o temprano.

Puedo sentirlo en el aire,

este asqueroso ambiente falso, sobrecargado.

No hay más que hacer,

no puedo evitarlo.

 

Las palabras, envenenadas, sucias,

se convierten en meteoros.

Las palabras…se han gastado…

Son ahora impuras,

pues ellos las han violado

pasando por alto los actos y las promesas.

Suciosociedad…

Desearían ser como en la Edad Media,

donde un escrito bastaba

para asegurar la confianza de los verbos.

 

Los puños prevalecen ante el diálogo.

Las armas son más pesadas,

pues están más cargadas que nunca.

Alarmas de socorro de todas partes llegan.

Se oyen gritos, sollozos y oraciones,

mientras nuestra sangre fluye caudalosamente.

Y… ¿dónde queda el buen amor?

Yo sé que no desaparece…

Está presente, visible en las buenas manos,

en las personas más humanas,

en los corazones rotos,

los que siempre han sido esclavos.

 

Y esas voces…voces de cualquier lado.

 

Voces suplicantes; voces con miedo;

voces temblorosas; voces de recelo;

voces con lágrimas,

lágrimas de desasosiego,

lágrimas complejas,

lágrimas de siervos,

siervos que observan…

siervos cansados;

siervos que apelan a dioses lejanos…

Siervos, trabajadores, criados.

Criados como animales:

primitivos, sin contrato ni principios.

 

Sobreviven ahí fuera, en el mundo real;

un mundo invidente, ciego de ira.

Y yo, desde mi ventana,

tan solo oigo esas voces…