Perdido en la inmensidad de la selva citadina,
En medio de las fieras motorizadas, (o los choferes),
Mientras las estaciones se entremezclan,
Frio de mañana, un infierno veraniego a mediodía,
Tormentas tropicales, entre a la puesta,
Y en el transcurso de la noche, relámpagos fragosos.
A través del tiempo, me siento perdido en la jungla,
De edificios y concreto, mientras como marabuntas,
Las gentes, en ríos humanos, se encaminan al destino,
Mientras mi alma se pierde, entre las calzadas, iguales,
La vida prende en un paso frenético, pero desolado,
Sin ver los sentidos, los sentimientos, solo soledad.
A como añoro, el camino entre la maleza, la sierra,
Mientras a los lejos; o tal vez cerca,
Los cantos de las aves, que alegran el oído, escuchan,
Cada sonido, que al compas natural,
Mientras los ojos, la mirada se pierde en el horizonte,
Hasta más haya de donde se juntan.
La tierra con el cielo, o tu espíritu, con mi alma,
Que aun en la distancia, y perdidos en el tiempo,
Que no pasa, al estar enredados, entre la brisa,
Y las corrientes, que el viento, transporta, une,
Como caricias a las hojas y flores, alienta, calma,
Al sentir la caricia, que como oleaje, en el mar.
Ah como sueño el momento, que el cuerpo reclama,
De sentir tus piélagos ardientes, anhelantes,
De sentir el suave roce, de las yemas de los dedillos,
Que traviesos, estudian, como pequeños,
Estudiantes, la geografía, la geología, y la hidrología,
De tu ser que solo, deja las palpitaciones.
De mi corazón enamorado, entregado,
Por la eternidad que sucumbe, al destino,
Que deja ese amanecer, entre los aromas,
De la rosa, que de castilla impregna al día,
O esa caricia que doblega mi juicio, mi ánimo,
Al acompasar los corazones enamorados.