david del lignum cruxis

un enero sin días


Un calendario se derrite entre dedos y vidrios,
muchos monederos se sienten hambrientos...

Las tinieblas a veces solo se escuchan,
a pesar de tanta luz, se sabe que están allí,
a pesar de tanta fiebre de electricidad, a pesar de todo ello,
las tinieblas, tinieblas son...

Los números exactos como que comienzan a huir,
los ratos comunes parece que fugan,
algo así como que si toda la naturaleza del tiempo sea gaseosa,
como si todas las uñas fueran inútiles herramientas, que nunca cogieron ni cogerán nada...

Ya los almanaques risibles contarán un chiste que de tan negro,
todas las luces festejadas se convertirán en sombras fallidas,
sombras que sin miedo de extinguirse se aventurarán en las mentes, en las sienes,
en toda la muralla hambrienta de verdor,
y los años observarán al cretino rey coronarse nuevamente,
sentarse estúpido pero solemne en ese trono lujoso,
sí, lujoso, pero empotrado en las ruinas estercoleras que se supone en el horizonte...

Todos los días no son entonces las estructuras de las que necesitamos,
solo son vestigios putrefactos,
madrigueras abandonadas,
estanques de agua muerta, ¡maldita!,
son enormes agujeros mortales,
que a delirio de los locos más blanquecinos,
toboganes inmensos que no llevan sino al medio entre el averno y la paz...

Cuéntanos anciano,

dinos si el tiempo se esfuma solo
o se lleva el asco y la mentira,

respóndenos: si tal vez el cuenco donde vamos a parar
sea mejor que esta malla de números que ya no se hinchan,
que solo reflejan la indiferencia y el descontrol vano,


pero cuéntanos rápido, no vaya a acabar el año
no vaya a coger la luna un poco más de este plano
de esta sustancia llamada vida,,,