Y el tiempo,
La vida con sus debilidades y miserias,
Todo lo convierte en aquello que nunca elegirías.
La injusticia se adueña de la materia,
De la mano, la fuerza del egoísmo,
Y con gotas de inconsciente crueldad,
Dinamita todo lo que con esfuerzo construyera.
Sin desear la muerte,
-Apenas sólo segundos-,
Tal vez el mundo mejor fuera
Sin estos caprichos del destino.
Entre la constatación de miserias,
El corazón se agarrota y anega,
El alma vaga en pena,
Y el oxígeno, el perdón y la paz no llegan.
Sin sentidos de las mismas vivencias,
-estúpidas pecadoras e insumisas-,
Destruyen y queman cosechas,
Que con mimo sembradas fueron en la vega.
Marta Doreste