Alejandrina

Para Humberto mi amigo

 

Estas humildes palabras

las dedico a mi buen amigo Humberto.

Él ha venido a acompañar mis

frías tardes de silencios y otoños 

suspendidos en el tiempo,

 

Posee un alma inquieta y presurosa.

Agareno sobre la altivez de su cabalgadura,

tiene firme la voz para impartir órdenes

no le tiembla la mano sobre Fogonazo, su caballo.

Trae en su morral, historias de míticos guenoas,

de exilios que duelen y de cómo fue creciendo

el velo de las brazas en el fuego del hogar.

 

Al apagarse las cámaras y luces 

él abrió una ventana, su ventana al campo.

y desde allí me comenta como las lanzas 

de la lluvia a veces, mudan su vuelo sobre la

rubia cabellera del trigo, desolando los prados.

 

ÉL va esparciendo viejos  sueños 

sobre los pastos del llano

y un trozo de libertad se desprende

de su pecho, más la búsqueda ignota,

la utopía acunada en sus ojos

jamás encontrará su final,

y aunque llene sus días de trajín

con los nietos correteando la fogata,

yo he visto emigrar aves negras de su alma.

 

Su viejo canto de tierra y de ganado,

se fue enredando en mis pupilas,

cómplice de recuerdos.

Ha devuelto a mis sentidos

aquel olor almizcle tan familiar para mí,

de los corderos en la infancia.

ese que se quedó colgado en mi memoria

como un lamento triste.

 

Cuando la plumaria extiende su rosario

de perfumadas lágrimas sobre los portales,

Amigo, no tengo para darte, más que campanas,

el bronce de mi voz atravesando lejanías

anunciando primaveras en flor.

 

 

Alejandrina

/08 /09 /2012 /