Luis Cornelio K.

Perdona por no perdonarte...

¿A quién no le fascina?

Esa sonrisa divina

ese caminar desenvuelto

esas carcajadas despreocupadas

esa cara de princesa de cuento de hadas

esas anécdotas cachondas

ese largo cabello haciendo ondas;

para mí eres una trampa viviente

una especie de arena movediza andante.

 

Tus pechos son dos volcanes gemelos y horizontales

por los que no creo que pueda salir leche,

sino magma ardiente que destruya al que se aproveche

y ose descubrir qué sienten los dioses inmortales.

 

Hubiera preferido la nada

que esta nostalgia apesadumbrada,

hubiera preferido una rotunda negativa

que padecer ahora esta tristeza tan viva,

hubiera preferido el anonimato

antes que estar ahora pasando este mal rato,

hubiera preferido el desprecio

a sentirme ahora como un necio,

hubiera preferido el pasotismo

antes que estar pasando a diario por lo mismo:

Por una tortura sin cura

Por una agonía que se reaviva cada día

Por un dolor más que agudo, puntiagudo...

Por una rabia cegadora, y es que

me siento como una naranja delante de la exprimidora.

 

Yo quería descubrir nuevos horizontes contigo

hasta que me di cuenta que no llegaba ni a amigo.

Yo quería mezclarme en tu vida

hasta que supe que estar conmigo no era para ti una actividad divertida.

Yo quería ser tu confidente sobre cualquier cosa

hasta que comprobé que eras falsa y asquerosa.

Yo quería pasear contigo de la mano

pero tú me querías más bien en segundo plano.

 

Perdona por ser tan desagradable

pero tú, me remolcaste hasta un lugar

donde cabía la esperanza y luego me has

dejado tirado habiéndome clavado en el pecho una lanza.

Perdona por ser tan esquivo, pero no creo que tú y

yo tengamos en la vida el mismo objetivo.

Perdona por no perdonarte, pero… ¿Por qué no me

anticipaste a tiempo que lo nuestro no iba a ninguna parte?