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Un Dios que le molesta



Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca…

2 Corintios 4:3-4 

 

Un Dios que le molesta


La Biblia está llena de gozosas promesas para el que cree. Sin embargo, sus advertencias son igualmente ciertas cuando habla del juicio eterno para aquellos que no creen. Hoy está de moda cuestionar todo mediante «quizás» y burlarse de los que tienen convicciones. Pero ¿no es preocupante decirse: «La muerte tal vez no sea el fin de todo; quizás haya otra vida, un juicio? ¿Y si Dios tuviese razón?». El razonamiento humano, ¿puede oponerse a la palabra divina?
No comprendemos que con un «quizá» podamos quedarnos un rato tranquilos, que podamos dormirnos diciéndonos: «Tal vez me despierte en el más allá en la presencia de un Dios justo, a quien nunca tuve en cuenta».
Por ello insistimos: Para salir de nuestras dudas, dirijámonos a Aquel que puede y quiere abrirnos los ojos. ¿Ha ido usted a él honestamente, diciéndole: Oh Dios todopoderoso, abre mis ojos, revélate a mí?
Mientras no lo hayamos hecho, no podemos decir sinceramente que deseamos conocer la verdad. Si nuestra incertidumbre en cuanto a Dios y a la eternidad nunca nos atormenta, esta indiferencia tal vez tenga otro motivo: Nos gustaría que Dios no existiese, porque nos molesta. Tal vez ésta es la verdadera razón de la incredulidad. Dios existe, y en el fondo lo sabemos muy bien. Un primer paso hacia él nos convencerá de su amor; ¡El nos está esperando!