Martinicalcetini

Soneto 2

Si radiante escasa vida se otorga,
El sediento verso de sangre aflora.
Espesa cárcel de ansiedad antigua,
Que revele del alma la agonía.
 
Sin gesto alguno que prediga en gracia,
La rama firme se sacude amarga.
Estruendosa se desgarra en un grito,
logrando el baño de tibio infinito.
 
¡Nada vale ya el arrepentimiento!
Ya sin más dolor se percibe el rojo,
Si el azul se ve igualmente rojo.
 
Cegada la luz se cierra el manto,
¡Oh! Vida que sin más pensar pensabas
terminar de andar de causa y llanto.

Martín Herrera