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Destrozado, pero lleno de esperanza



No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros… heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús.

                                                                                             1 Corintios 6:9-1

     

Destrozado, pero lleno de esperanza


  «A los 35 años, se está terminando mi vida, destrozada por el sida, esa horrible plaga. No culpo a nadie más que a mí mismo. Durante mucho tiempo mi voluntad fue como un desafío a Dios, una vida según mis impulsos momentáneos. Quise vivir liberado de toda ley moral y satisfacer mi sed de placer costase lo que costase, es decir, sin preocuparme por la ofensa hecha al amor de Cristo por mí, ni por la decadencia de mi alma y de mi cuerpo, o por las heridas que causaba a los demás…
En la gracia infinita de Dios hallé la fuerza para reconocer verdaderamente el mal que había hecho, a fin de pedirle perdón. En Jesús también encontré la fuerza para vivir lleno de esperanza, aguardando el momento cercano en el que mi Creador enjugará “toda lágrima” de mis ojos. Pero me duele ver adónde van miles de jóvenes como ustedes. Son engañados y poco a poco pierden toda posibilidad de conocer las alegrías y el gozo de un verdadero amor. El verdadero amor se construye en la fidelidad y no puede conducir a la muerte. Son los hombres quienes matan el amor reduciéndolo a un placer egoísta, efímero y suicida. Tú que tienes la vida por delante, que quieres construir sobre una base sólida, dile sí a Dios, quien es la vida y no miente. ¡Hoy mismo toma la decisión de consagrarle tu cuerpo y tu mente; él te dará la fuerza!».
(Testimonio de Dominique M.)