Alejandro

Develar

Las manos nunca han roto los silencios

a la puerta de los días sin derroches,

mis soledades nunca se han hecho las nuestras

ni los labios vivos han sido mejor que los amores muertos.

 

Las piernas abiertas son sólo eso:

las palabras encendidas, las sonrisas compradas,

las miradas desvencijadas a la sombra de un cigarro

que sacuden sus cenizas y calan las humedades.

 

Los amores son sólo rumores,

un susurro en el viento inquieto

que desnuda las vidas y los pechos

que van dejando migajas de desconciertos,

caminos delineados sin regresos

de quijadas tensas, sinrazones con eco

y vacíos de corazones sin lecho.