aye videla

luego un café...

de mi tacto se prolonga la esencia de mi sombra,
sobre el monte intrínseco de tu pecho viril,
y sobre la tela húmeda se expande el calor,
de los cuerpos fervientes de pasión,

y caen las ropas mundanas al suelo,

Como pétalos de rosa desflorando la noche,
las manos se ahogan en el fluir de lo fértil,
y  así sucumben los labios al desvelo,

y el silencio de la noche se interrumpe,
en el gemir de la tormenta azotando la cama.
estrepitosos los cuerpos al alborada,
danzan en un mismo unísono…

así la luz matinal se asoma en el lecho,
extasiado de agrado y sed,
y en la boca una sonrisa se dibuja,
al goce de una taza de café.