Virginia de Albán

ELOGIO DE TU CAMISA

 

Tu camisa vibra tan ceñida

a la luz de mi cuerpo.

Mientras peregrina Dios

transparentando el alba.

 

Y de pronto se convierte en un ala

en busca del refugio

sediento de mis manos.

¡Quizá su propia luz

sobre mi cuerpo!

 

Mientras tanto la noche

deambula más frágil que el silencio,

aquí, donde aún los espejos

se resisten a ser solo sombras,

al borde detenido de mis ansias.

 

Y tu camisa se desvanece,

óyeme amor, que tan fugaz se vuelve

como una flecha

 que en el aire vibra,

agorera de luz como tus manos.

 

Y la sigo y la sigo y la persigo…

Sólo para domarla,

poseerla y besarla

con ese aroma a madera profunda.

Pero ella se esconde a veces

entre mis labios, amarrados a la sed.

 

¡Ay, déjame, que ya la tengo,

aguerrida de inviernos

que lucha conmigo sobre mí!

 

Y aquí comienza y aquí termina todo:

Que es todo lo que existe.

Donde tú estás mirándome…