ildo

Enloquecido y culpable por un amor prohibido.

Soy culpable del karma que me acosa
y del calor implacable por los besos retenidos
las caricias reprimidas,
los minutos no estrenados
y que jamás se usarán.
(Jamás, Jamás, Jamás, Jamás, Jamás, Jamás,)

 

Soy Culpable de mis miedos no superados:
La luz de día, el ring del reloj,
restregarme la realidad con los dedos,
en una palabra: despertar.

 

 

Soy culpable del néctar salado que me ha adelgazó,

de ese mar interminable que emergía cuando estaba solo,

y de las llagas

-a veces amortiguadas en la madrugada-

con un silencio obligado y adormecedor.

 

Culpable soy por perderte sin haberte tenido,

¡antojo del destino, diosa y quimera!

Hallarte fue despertar de un largo sueño

que me tenía distraído, y sedado.

 

¡No me dejes copo de nieve,

y no te evapores en la mañana!

que ya no soporto verte diluir.

 

¡Quédate aquí!,

pues no recuerdo quien se acuesta conmigo,

ni sé de qué lado de mi cama están

las mil trescientas cuarenta y cinco fantasías

que me licuaron la realidad.

 

Mejor prefiero una orgía de historias

-y ya no me importa si son de verdad-

mientras sonría, aunque el camisón apriete,

y la puerta, por fuera se cierre,

prefiero mi refugio de tierra

antes que volver a despertar.