Alejandro

IronĂ­as

Las guitarras que tocan mis manos

ya no saben que decir,

las cuerdas tienen tanto temor

de no poder decir lo que se dice

cuando se dice lo justo.

 

Los problemas son poemas

que abandonan un lápiz culaquiera

de la mano cualquiera

del fulano cualquiera

que se atreva a tenerlos.

 

La vida no es más que un capricho

de quien se supo vivo,

de quien miró de frente

a la pregunta frecuente

de los por qués y los cuándos.