Patricio C.A.

Agotamiento

Este agotamiento me supera.

La cuesta engendra más cuestas.

Soy tan débil.

Te siento alejada cada día, inalcansablemente serena y callada,

como una pluma perdida en el cabecero de una nube.

El crepúsculo analfabeto que corona las faldas del cielo

tiñe con el color de la guerra la ciudad.

Me tiñe a mí y me envuelve con sus excusas.

Me siento cansado, porque te siento lejos y llevo tanto a cuestas.

Estoy como concurrido de chatarra,

como cargado con los abalorios de un muerto del que no me quiero alejar.

Me pesa tanto mi silencio y tu ceguera,

mi ondeo y tu parpadeo impenetrable,

mis manos vacías y tu alma llena.

Me sigo ciñendo a estos poemas de amores fúnebres

y bengalas de otoño,

como la carne se ciñe a los cuchillos,

para sangrar más y seguir llorando por mis palabras muertas.

Me desangro, cansado.

Y tú, inocente enfermedad, la más inocente asesina,

continuas sembrando el agua y el verano por las hojas secas de este mundo,

creas mares

y me coronas con una sonrisa, lejana.

Ya no quiero más joyas, no más agua, no.

Solo quiero descansar con los ojos cerrados y con las manos sobre mi pecho,

como una piedra sujetando las hojas de un libro, encarándose al viento.

Quiero encarar tu génesis de bondad alejada.