Fernando Curiman

El músico.

-De música me hablaron obvio ¿De qué más?. Me molesta te juro que me molesta demasiado.
-¿Envidia quizá?
-Para nada, solo que... no sé. Lo hacían de una manera tan quebrada, tan de expertos.
-¿Tocaban bien al menos?
-No mejor que yo, por eso me molestaba. Me molestaba que fueran pareja, que fueran perfectos. La teoría musical es de maricones compadre, uno toca jazz porque lo siente. Yo te digo perro, estas cosas no se estudian, nacen solamente sin explicación...
- Fíjate, está amaneciendo.-Dijo apuntando el horizonte y cambiando de tema mientras permanecíamos allí sentados en la arena con media plana de hoja escrita con lo que sería según nosotros la lírica de una canción nueva.
-¿Por qué hacemos esto huevón? ¿Por qué tocamos?.-Pregunté mientras servía otro poco de mate.

Ante mi pregunta guarda silencio por un rato. Da un sorbo de mate, se inclina hacia atrás apoyándose con una mano en la arena y sin mirarme responde:
-Fíjate en las micros, en la calle, en las colillas de cigarro, en la plata, en los políticos, en los malls. Eso es el mundo, esa es la vida, es todo gris, todo fome. La música nos mantiene muertos compadre, tocamos para no vivir aqui, o para vivir en trance, en otra. Somos como el ají que se guarda en la guitarra, somos como un huevón que duerme en la vereda sonriendo