Adrian VeMo

Cuerpo Celeste

 

Porque el amor no se mide

es por eso que nunca supe cuánto te quise.

 

Yo amaba tus ojos

pero mi amor no era del tamaño de tus ojos, ni de ti.

Eso sí, era profunda

más profunda que tu garganta

casi cerca al infinito

pero este amor de cuatro manos

acabo en los puertos del olvido,

un tétrico finito.

 

Porque al amor colectivo

-tú y yo-

no sólo corre riesgos de ser separada por la muerte

sino también por la vida que a veces es más cuadrada

e indiferente.

 

Y no sé cuan puro pudo ser este amor;

cuando tú estabas al borde, desenlazando

yo empezaba recién a amar tu ausencia

a ponerle sabor de 'espera'

a ponerle luz de 'espera'

a ponerle pies de 'espera'

y tú, desenlazando.

 

Cuando abrí los ojos del amor

y te vieron por primera vez

tú eras una fruta desnuda

que yo empezaba a amar.

Pulpa de la naturaleza.

Tacto vivo y de fuego.

Isla de sedientos con rayos tiernos.

Ventarrón carnal.

Yo empecé a amar tu sombra

en la pared

en el piso

en mis manos

a moldear tu desierto húmedo

así te iba queriendo

hasta que un día de casualidad acaricié tu alma

y entonces

empecé amar también a tu cuerpo celeste

tu forma celeste.

 

Tu ausencia de pálida noche paso a ser celeste.

 

Quien pregunte cuánto te amé

jamás sabré responder

pero qué amé de ti:

tu voz de agua mansa

los éxodos de tu mirada a mis pupilas

la sabana de tu vientre

los pétalos de tu boca en mi cuerpo

el aroma de tu alma desnuda

y más...