Quise encontrarte en esas calles tan solas
para no sentirme tan triste;
te esperé mil vidas en un parque;
llegué a mi casa llorando como un niño
y te imaginé regalando una sonrisa.
Me quedé sentado un rato
en el andén
de cualquier puerto lejano.
Cuando el frió inundó mi cuerpo,
entré a mi cuarto soñoliento
y te soñé muy lejos.