David Goya

Ilusión furtiva (David Goya)

Si acaso esperas que te olvide,

pues nunca olvides que te espero;

si al no verte, te enteras que muero;

debes comprender, que por ti, es que vivo…

Y ahora que tus ojos me tienen cautivo,

solo espero que tu amor me libre;

y para que te enteres mi mano escribe,

lo que el corazón decir no puede.

Ojalas, en tu memoria quede

aquella ilusión por ti nacida,

que a mi otra vida va apagando;

mientras yo casi rogando,

a tu corazón, altivo y orgulloso,

con la rara tinta de un sollozo;

escribo una carta vacía,

descifrando la pena que me hastía.

-¿y cómo me dice querer?-

-le pregunto a tu conciencia.

¡es cosa de impertinencia!

-tal vez dirás en tu mente-;

y sin más pensar, lo habrás botado,

junto al corazón angustiado,

que en aquella hoja latía;

el cual tus ojos no veían

en su rara perfección carnal…,

sin saber que son la causa del mal,

que en aquella hoja se ha expresado.

Lo que pasa es que nunca has pensado,

al ver aquella hoja vacía;

que el motivo, y la causa que me hastía,

yo me puse a escribirla con llanto;

olvidando la base primera;

que para verse más sincera,

con tinta debería ser escrita…,

ya que en cada letra grita,

aquella voz que no se ve;

y…, estaba pensando en no sé qué!...

Pero siempre en tu amor distante,

que para escribirla no obstante;

use una lagrima mía,

ya que en ella yo veía,

de mi sentimiento la expresión sincera.

Pero ahora nada mi anhelo espera,

y todo el sentimiento fue en vano,

que he vuelto a escribir con mi mano,

del alma, la intención más pura,

para adular tu hermosura,

reflejada en tus ojos brillantes,

que para mí son dos diamantes;

tesoro que alcanzar no puedo,

y es por eso que tan solo espero,

en mi anhelo tu grata voluntad,

de convertirme en su dueño;

que hasta en el sueño de mi ensueño,

con ellos vivo soñando,

y para seguirlos anhelando,

despertar yo no quisiera,

ya que si estando despierto tu dijeras,

que aquel tesoro en vano sigo,

me volveré mas mendigo,

o tal vez mas sabio y audaz,

ya que así capaz;

podría robarte, aquellos ojos hermosos;

que son lucero de agosto,

el cual el cielo os ha dado,

y al hallarse, por mi corazón adorados;

no es la envidia que a sufrir me castiga,

si no que son ellos; que mi angustia mitiga,

y a la vez, la hacen larga e interminable…,

y si no se muestra amable,

es porque, a un gesto de desprecio tu les obliga,

y como a tu voluntad están sujetos,

pasan a ser como dos objetos;

que usas para tu altivez,

sin pensar que a la vez…,

a más de un sentimiento haces sufrir;

habiendo en ellos alegría de vivir…

¡Quién sabe cuántos anhelos irán muriendo,

mientras el mío, entre suspiro sigue viviendo,

como por castigo en este mundo.