la negra rodriguez

ABRAZANDO LA ALMOHADA

El poeta lleva en su alma una espina que le hace sangrar nostalgias.

 

¿Por qué me pregunto tantas veces qué siento que nado contra corriente?


 Sin avanzar a ninguna parte, bracear y bracear y agotar hasta el último esfuerzo y a la final  sentir que no llegué a ningún lado. Las fuerzas se agotan, y la sensación de  ¡Nada! Se instala en lo más recóndito de mis insatisfacciones, ¿Llorar para qué? me pregunto tantas veces y aun no terminó la frase y ya mis ojos llueven a cántaros. En las noches, abrazando la almohada con la mirada puesta en el vacío de mi vida y los brazos apretando las nostalgias. Me reconcilio con el silencio y me acurruco en los brazos de mi melancolía.


Reír  tiene un precio, que se paga con sinsabores.


Mirar al cielo y esperar que me caiga un lucero, o tal vez la luna y den una motivación a esta triste existencia con la novedad de ser sideral, es una ilusión,  pero ni la luna  ni las estrellas caen y  me siento nada en la inmensidad el universo. Las estrellas parpadean  y pienso que me están llamando a una aventura sin retorno y extiendo los brazos y estiro el talle alto…alto… y solo  empuño los deseos que tienen que reprimirse  cada día más, y pienso que mi camino es aún muy largo y se hace pesado mi andar. ¿Para qué seguir andando? me pregunto si mientras más camino más se cansa mi vida de no llegar a ningún lado. Y la soledad me pesa… me ahoga, me oprime…


Abrazo la almohada, cierro los ojos y ya no miro más a ningún lado.


Entonces muero  como muere el día.