Geovani

Ojos verdes y azules, llenos de destellos.

Noche hermosa llena de auroras y maravillas,

noche de viento y olas, noche llena de caricias,

labios que se besan entreabiertos,

noche llena de amor y de besos.

 

Noche bajo el cielo y la luna de París,

noche nuestra, de primavera, sólo para ti,

noche del color de tus cabellos, hermosos y negros,

noche en la que se albergan en tu corazón nuestros deseos.

 

Noche en los jardines de la luna,

en sus brazos a los dos nos arrulla,

en un abrazo más nos acerca,

uno del otro, como nuestros pasos dejados en la arena.

 

El susurro del río nos arrulla igual cuando pasa,

mirando los tejados, a lo lejos, rojos y algunos de paja,

el amor lo perfuma todo eternamente,

nos besamos en tiempos largos y breves.

 

Las estrellas hacen el momento hermoso y tú lo haces atractivo,

mientras me tienes en tu corazón, amándome, deliciosamente cautivo,

pétalos de tu voz tiernamente me tocan,

al rozar lo dulce y delicioso de tu boca.

 

Un silencio a punto de romperse con una confesión,

momento que los labios callan y habla el corazón,

dice con miradas tiernas y silenciosas un “Te amo”,

momento del que se vuelve dueño nuestro amor.

 

Ese instante en que nos miramos extasiados,

llenos del amor, teniendo nuestro propio ocaso,

nosotros en nuestra alcoba, las nubes viajan a otro lado,

momentos hermosos, sin palabras, sólo nos besamos.

 

Me encantan tus ojos expresivos y por mí amados,

de miradas tiernas y dulces cada noche me han colmado,

verdes, por momentos azules, siempre tan bellos,

alegrándome cada día y noche con sus destellos.

 

No puedo dejar de mirar tus pupilas,

espejos pequeños, tan hermosas y tranquilas,

enmarcadas por tus cabellos negros y rubios,

pequeños luceros plateados efluvios.

 

Noche hermosa llena de novedad,

todas son diferentes, llenas de amor y felicidad,

ninguna, desde que estamos juntos ha sido igual,

llenas de amor y de flores, noches desvanecidas como su edad.

 

“Noches llenas de nuestro inmenso amor, infinito bendecido por nuestro padre Dios, beso frágil con el aroma de una flor, noche en que por ti me hice poeta, para decirte cuanto te amo en versos que duran noches enteras, ¡oh! Princesa amada y querida me has hechizado con tus besos, en una caída suave en tu corazón bello y tierno, en los mares de un suspiro, en el éxtasis de nuestro amor vivido, en un amor sin tiempo, desaparecido, allá, muy lejos.”