El silencio hizo su oscuro nido
en nuestro altillo de torre y abadía
Lo que una vez fueron manos como pájaros libres,
-casales de jaula dulce compartida-
ya es abandono de aroma al jazmín,
empujando por la tarde sus aires de ventana y
el alba nace con el umbral derrumbado en la mañana,
como dos ladrillos de recuerdo,
muro de postales de distinto panorama.
Por la noche navega nuestra ira callada
luciendo una flor de luto en los ojos diluidos del crisantemo.
Incorporamos el sabor a cementerio
de los retratos lejanos libados,
como dos embudos de precipitado vértice herido.
La pústula cargó en una anatomía su puntiaguda espina lacerante
y en la otra lengua la muda palabra abrió su retiro..
Cuando recuerdo tu rostro de hoja dormida
al fondo de una honda pesadilla...
Duele...
¡Duele amor que aun te amo!
Duele como la distancia
de un corazón de patria derrumbado en el exilio.