RICARDO ALVAREZ

VACIA - de AZUL - y UN HUECO - de ASPAS de la VIDA-- ALIMAÑA -de PLANETA HUMANO

VACIA

Un rostro gira cada mañana
en hábito de inútil rodilla.
Desteje su memoria
el hilo negro de su propia sombra,
Su cara no halla el espejo…
Su pecho de agujero traspasa la espalda.
Es ella…

Marta,
la que tuvo su pasado de todo,
la del ciego corazón que no pudo ver nada.
Huérfana quedó de labios y sonrisas a
las ventanas abiertas de la espera oblicua
legaron su corvo dorso, y
el frio congeló sus antiguas mejillas rosas.
La cama poderosa abrió su boca y
extraviada la atrapó en el abismo de su propio lodo.

 

 

 

 

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 UN HUECO

Destella el árbol de la tarde
la sonrisa de mi padre y su madero de tesón.
Que distantes los ecos de la lengua
del cedro tallado con la garlopa.
Se aproximan los momentos del otrora y la dicha,
el breve poema expulsa mis dolores y
atrae en imán su habla de sabia y ternura.
Un hueco que dejó la vida y su ausente palabra y
un verde idioma que me enseñó su esperanto.

 

dedicado  a mi padre

 

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ALIMAÑA  - de PLANETA   HUMANO

 

Estaba escrito... aún no leído

Un día Dios iba a desatar su furia de Belcebú

con la vara equilibrada y la ciega balanza precisa.

El bien asomando magnos dientes caníbales.

El mal ni un átomo de tolerancia.

La verdad trasvasó el tiempo de los viles oráculos y

de los crueles estómagos que a diario escupen bilis.

Pero a todo mal le llega su cura

cuando Dios arremete con su empuñadura,

el libro de la deshonra edita su página y

 la mano de mitra sin guante,

con tiesa pluma imborrable

escribe la condena al que olvidó sus raíces.