Eugenio Sánchez

LEÑADOR

Con su hacha  reluciente va el leñero

y una alforja al hombro como equipaje

su faena comienza con el  sol naciente

hasta verlo morir en el oxidente.

 

De cada hachazo hiere al árbol que solloza

 y sangra su corteza y su alma

por fin muere está yerto

 el árbol ya esta muerto,

ya no jugarán más sus hojas con el viento.

 

Es cadáver y en trozos cargarán su cuerpo

y  celebrarán su funeral con  una hoguera

bajo una olla enlutada que  sazona

el cushal  que refuerza los tendones

de arrieros, pastores y mingueros.

 

Y el leñador  sigue  hurgando en el bosque

en busca de su próxima víctima

sin dejar sus compañeras inseparables,

la blanca  cal y la dulce  coca

que  carga en su alforjita  percudida

 

 Eugenio Sánchez