Dos recomendaciones clásicas «de cabecera»

Existen una variedad impresionantes de cuentos y novelas clásicas y, cada vez que nos decimos «quiero leer algo clásico y bueno», no sabemos qué obra escoger, pues las hay buenísimas. En este breve artículo tan sólo hablaré de dos que a mi entender son excelentes y nadie debería dejar de conocer. Ellas son «Noches blancas» del que para mí es sin lugar a dudas el más genio de los rusos, Fédor Dostoyevski, y la segunda es «En busca del tiempo perdido», del enormísimo Proust.

 

Las noches más blancas de Fédor

Cuando leí por primera vez esta obra quedé anonadada por la inteligencia, la sutileza y la ternura con la que está escrita. Creía conocerlo todo sobre él, luego de esta historia entendí que muy poco sabía, porque en esta pequeña obra podés encontrarte con un Fédor mucho más melancólico y tierno que en «Crimen y Castigo» e incluso más que en la obra «El adolescente», aunque esta última para nada carece de comentarios ñoños y enternecedores.

La historia acontece en San Petersburgo, en ese período del año que se da durante el verano en el cual el sol se oculta en un tiempo tardío y los amaneceres se adelantan, provocando que nunca oscurezca del todo, a este fenómeno natural se le llama noches blancas, algunos atribuyen a este fenómeno el nombre de la novela.

Sin embargo, una manera mucho más interesante para interpretarlo (desde mi humilde punto de vista) es desde las emociones del protagonista, que pueden asemejarse a ese fenómeno; porque el protagonista, luego de haber vivido durante años en el más absoluta soledad y desesperación, durante esas noches cree ir encontrando motivos y puntos favorables en su vida, al punto de creer haber hallado la salvación de su existencia, sin embargo, en la última noche comprende que sólo ha tenido un instante extenso de fugaz ilusión, pero su vida retoma a la monotonía y a esa desazón que la caracteriza. Ese instante de ilusión puede asemejarse a las noches blancas.

La historia está contada en primera persona, lo cual considero que le dá más credibilidad y consigue que te metas en ella, que te solidarices con el personaje, que desees un amanecer agradable para él.

La razón, esa fugaz luz que se enciende para el protagonista, tiene un nombre, Nástienka, una mujer que se le acerca y tanto, que llega a considerarlo todo para sí, o al menos eso cree él. Se abandona a la ilusión, lucha contra su miedo de comunicarse con otras personas, y hasta consigue enamorarse por primera vez en su vida, error fatal, ella le había solicitado encarecidamente que no la amara.

La historia de Nástienka también es estremecedora, y hay un capítulo, cuando ella relata su vida en el cual todo el protagonismo y la voz narradora le pertenece. Considero que este recurso utilizado por Fédor debe ser aplaudido, pues de este modo puede conseguir que el lector intimide con ella y no se pare del lado del hombre.

Fédor no intenta encontrar culpables, ni responsables de la soledad de cada uno, no parece intentar presentar un héroe y un antihéroe, lo que a mi sencillo modo de ver intenta hacer, es presentar una historia y en ella las miles de vidas que transcurren en un San Petersburgo inmenso, con sus casas, sus luces, pero sobre todo la soledad invadiendo las calles, los puentes y parques y llenando la vida de los pérsonajes de la novela.

Sin lugar a dudas es esta una de las mejores obras de Dostoyevski, muy diferente a las demás, donde podemos encontrarnos como siempre las caracteristicas humanas en su estado más puro, pero también podemos internarnos en el alma de los personajes, identificarnos, llorar y reír con ellos.

 

En busca del tiempo perdido

Marcel Proust nació el 10 de julio de 1871 en París, algunos aseguran que es el máximo genio de las letras, luego de Shakespeare, aunque a mí no me gusta afirmar semejante extremismo. Seguramente una de las obras más grandiosas que son obra suya es «En busca del tiempo perdido», sumamente influyente durante el siglo XX.

En esta obra el autor confiesa su homosexualidad, no lo hace hablando de forma directa pero, los capítulos «Sodoma» y «Gomorra» son un profundo análisis de la homosexualidad femenina y masculina.

Esta novela se completa de dos entregas voluminosas que permiten acercarse a un Marcel que sin dejar de ser racional nos obliga a entender el trasfondo que hay en los sentimientos y en la realidad de aquellos que se sienten diferentes, que se saben distintos pero que no por eso desean un trato diverso al que reciben el resto de las personas.

En esta obra consigue Marcel, hablando en términos autobiográficos, pintar a la sociedad de su época, a través de conceptos claros pero también de símbolos sumamente retorcidos que al analizarlos permiten un entendimiento completo del mundo que lo rodeaba. Por otro lado, hace reflexiones literarias muy interesantes y sobre todo algo que me ha impactado y que me parece increíble es su manera de entender la creación artística.

Cabe aclarar que en esta obra sobradas son las veces que se menciona y habla de sexo, presentando diferentes análisis sobre la sexualidad, cuestión totalmente vedada en su época.

Por esta obra se considera a Proust como uno de los escritores más revolucionarios de su época, y ubicándolo al mismo lugar que James Joyce y Franz Kafka, lo consideran el escritor más importante de los últimos cien años.

Esta obra, por su estilo autobiográfico, sus punzantes reflexiones y la claridad mental con la que ha sido escrito, considero que no debe faltar en ninguna lista de libros de cabecera.

Les recomiendo estas dos obras y espero que las disfruten mucho, tanto como yo.



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