La otra primavera

primaveraMuchos años atrás, cuando los jóvenes enamorados se daban besos -me incluyo entre ellos- celebrando el día de la primavera, me quedaba pensando en las personas mayores, y me decía, viendo la flaccidez de sus carnes, que yo estaba a salvo de esa miseria, porque aún no había cumplido los veinte años, y era lista, y atrevida, y tenía el tiempo a mi favor.

Ah…, cuánto tiempo a mi favor tenía. ¡Entonces!

Y observaba a los hombres y a las mujeres que ya no poseían esa luz de mariposa en vigilia en sus ojos, y no entendía del todo por qué tenían que pasar al otro estadio de la vida, al otoño, y después al invierno.

Y ahora que a mí me toca ser otoño, esencia, flujo, carácter y reflejo del otoño, no encuentro la diferencia entre ellos, los jóvenes de cuerpos gráciles y robustos, y yo.

No es el rostro. No son las figuras que van mostrando las delicadezas de las formas bajo la luz de la Luna plateada, no son los cabellos renegridos, ni son los ojos como puñales, ni tampoco son las manos gráciles.

No.

Son las muchas voces de nuestro espíritu fortalecido en la experiencia, en esto de ir viviendo, según pasan los días, las que liberan nuestros conocimientos y nuestras potencias para seguir gozando de la existencia.

Y a veces, viendo a tanta juventud, a tantos polluelos, perderse en las sombras para ser devoradas por la nada de la vida, me digo que también los jóvenes son viejos, que también a ellos les llega, por caminos inesperados, la fermentación de la muerte.

Hemos aprendido, los que ya pasamos la barrera de los cincuenta años, que la vida siempre se renueva. Que todo -aún los mismos sufrimientos- es el primer ensayo dentro de los códigos de la convivencia. Que el cabello ceniciento que peinamos es nuestra corona, finalmente.

Ah… la vida que respiramos. El aire que llega a nuestros pulmones. El amor que nos tienta con sus racimos tan frescos.

No hay angustia mayor que la brevedad de ánimo.

El tiempo no cuenta.

El tiempo es una esfera luminosa encerrada dentro de un reloj de mesa de luz para todos los que sabemos que nos renovamos cuando nos vamos a trabajar.

Y el trabajo se convierte en nuestra segunda mano después de haber entendido los secretos de la naturaleza que también trabaja, incesante.

Meditamos y encontramos que la paz gira en función de nuestros actos.

No nos merma el frío.

Son los otros, los jóvenes sin ideales los que sienten frío.

Nosotros sonreímos con ternura ante el paso del tiempo pues capitalizamos nuestros sueños.

Hicimos lo que deseábamos hacer a costa de muchos sacrificios.

Formamos una familia.

Los seres humanos nos han agraviado, a veces, pero fue más grande nuestra tolerancia, o nuestra inteligencia, y hemos entendido que las blasfemias son solo malos vientos.

Los sueños nos sorprenden diariamente. Estamos por nacer siempre, en cada mañana. Contemplamos con una sonrisa en el rostro a nuestros nietos. Hemos peleado la buena batalla. Sonreímos sin enojo cuando no quieren ellos, los jóvenes, oír nuestra conseja. Ya aprenderán.

Comentarios2

  • Graciela Dantes

    ¡Hay! Delfina, me hiciste recordar una platica con mi papa.-Una vez le dije a él, yo no quiero ser vieja, ojalá me muera antes de éso, él sólo me sonrió y me contestó: cambiará tu forma de pensar, ya lo verás.
    Supongo que mi vanidad de adolescente eso me hacía pensarlo.
    Ahora lo que tu escribes es muy cierto, cada etapa de la vida, te pide diferentes necesidades, y cuando llegan los nietos, realmente te inyectan vida y en la cual no quisieras nunca abandonarle, y es aquí cuando llega la contradicción y -Bendita la hora-, es cuando empiezas amar realmente la vida. Yo en ésta pagina he escrito el amor a la vida, el amor a lo que me rodea, el amor al amor, el EXATASIS, que me provoca el aire que respiro, el amor a las aguas del mar. No soy poeta muchas veces lo he dicho, tampoco escritora, soy simplemente un ser Humano al que Dios le dio la oportunidad de conocer el amor en todas sus facetas.
    Te felicito por tu reportaje del dia de hoy. saludos afectuosos

    • Delfina Acosta

      ERES MUY SENSIBLE. Y CREES EN DIOS, QUE ES ALGO MUY VALIOSO.
      UN ABRAZO LLENO DE AFECTO.
      DELFINA ACOSTA

    • S.D.

      Hola Delfina!
      Es hermoso lo que escribiste!!! Cariños. Silvia.

      • Delfina Acosta

        Silvia querida, te envío un abrazo.
        Delfina

        • S.D.

          Gracias Delfina! Otro abrazo para vos.



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