«Formas de vida y juegos de lenguaje», Plaza y Valdés Editores

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«Formas de vida y juegos de lenguaje», Plaza y Valdés Editores

Suele ocurrirnos que cuando aprendemos una nueva palabra, nos acercamos a un nuevo nombre o de pronto un antiguo recuerdo aflora,comenzamos a verlo todo el tiempo, como si nos persiguiera. Esto me pasó con Wittgenstein. A raíz de una entrevista con Andrés Neuman, su nombre comenzó a esperarme en todas las esquinas de forma alarmantemente reincidente. El último avistaje tuvo lugar a través del libro «Formas de vida y juegos de lenguaje» publicado por la Editorial Plaza y Valdés, de cuya lectura vengo a hablarles hoy.

Este libro se compone de nueve capítulos que abordan desde diversas perspectivas la forma en la que nos comunicamos y dejan en evidencia que el lenguaje es mucho más que un conjunto de signos que utilizamos para mantener relaciones, se encuentra determinado y determina una específica forma de vida. Los autores que firman los capítulos son pensadores interesados en desvelar los secretos del lenguaje y en comprender a fondo los razonamientos de intelectuales indispensables como Ludwig Wittgenstein.

El giro de Wittgenstein

Jesús Padilla abre esta edición avisándonos de que si no somos capaces de comprender que Wittgenstein ha propuesto un cambio rotundo en el pensamiento filosófico occidental, ofreciendo un giro imprescindible para el razonamiento, no podremos jamás comprender nuestro siglo. Sí, es una afirmación bastante fuerte; no obstante, creo que ha dado perfectamente en el clavo y es una excelente forma de comenzar esta obra cargada de reflexiones interesantísimas en torno a la relación que existe entre comunicación y formas de vida.

A través del lenguaje podemos comunicarnos y también mostrar nuestras inclinaciones e intereses, a la vez que demostrar de qué forma los abordamos y con qué fines. El lenguaje también nos permite mostrar cuáles son nuestros límites a la hora de relacionarnos. Cuando nos comunicamos nos valemos de las reglas que conforman el idioma pero también creamos nuestras propias reglas, estableciendo guiños, resignificando palabras, en definitiva, jugando con el lenguaje.

«Formas de vida y juegos de lenguaje», Plaza y Valdés Editores

En este libro se intenta abrazar el punto de encuentro entre los juegos de lenguaje y las formas de vida. Pienso que la pregunta principal a la que se pretende responder es: ¿Es el lenguaje el que condiciona nuestra forma de vida o sucede lo contrario? A grandes rasgos la respuesta es: ni una cosa ni la otra.

Cuando nacemos nuestros padres nos ofrecen las bases sobre las que posteriormente se habrán de asentar nuestras habilidades y facultades; éstas nos serán dadas a lo largo de nuestra vida cada vez que intentemos relacionarnos, cuando formemos parte de aquello que se conoce como civilización. Nuestro lenguaje se irá desarrollando a la par que nuestras habilidades, por eso no se puede estudiar nuestra existencia desvinculando la forma en la que nos comunicamos de nuestras costumbres o la manera en la que reaccionamos ante determinamos hechos. En pocas palabras, las formas de vida y los juegos de lenguaje se determinan mutuamente y se modifican a lo largo del tiempo.

La comunicación en los animales no humanos

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Uno de los dilemas que siempre aparece al hablar de nuestra capacidad comunicativa está vinculado con aquello que nos diferencia del resto de los animales. Es muy común que en diversos ambientes de la ciencias sociales aparezca una marcada subestimación respecto a las habilidades de los animales no humanos. La misma existe porque hay una marcada tendencia a acercarse al estudio de las demás especies desde una perspectiva antropocentrista.

«Formas de vida y juegos de lenguaje», Plaza y Valdés Editores

Hay muchos autores que aseguran que los animales son absolutamente diferentes a nosotros porque no tienen raciocinio o carecen de un lenguaje lógico o complejo (¿teniendo en cuenta qué punto de referencia?). Sinceramente, esta es una de las posturas que siempre me enfría al acercarme a un libro de filosofía o sociología, existe un punto de partida erróneo que establece que los humanos somos superiores y hemos sido más capacitados por la naturaleza para desarrollarnos completamente. Este punto de partida, llámese especismo o antropocentrismo, nos aleja de un análisis justo y realista y empobrece el resultado de nuestro conocimiento no sólo de la vida de los demás seres vivos, sino también de nuestra propia especie.

Se establecen argumentos falsos o infundados. Y, mientras que para el resto de las afirmaciones se ofrecen pruebas o teorías que han sido corroboradas, cuando se trata de hablar de lo que nos convierte en individuos más cualificados que los animales, los argumentos son fláccidos y se caen por su propio peso. En ese sentido, no es este libro la excepción y es en el único punto que me ha parecido «flaco».

Todas las personas que han convivido de par a par con algún perro o gato (que son los animales a los que estamos más acostumbrados a acercarnos, aunque no los únicos que valdrían para este ejemplo) afirman las extrañas relaciones que se establecen con estos individuos y cómo se puede llegar a un grado de comunicación absolutamente directo. Yo soy una de esas personas: puedo afirmar sin miedo que los perros entienden nuestro lenguaje e incluso algunos practican sonidos que se parecen. Son capaces de percibir la música y emitir sonidos armónicos cuando escuchan algo que les cautiva. Los animales tienen una forma de comunicación similar a la nuestra y, por ende, formas de vida que se encuentran absolutamente vinculadas con su lenguaje.

En este punto, me habría gustado algún capítulo que ofreciera algo nuevo, un punto de vista más abierto, lejos de los paradigmas gastados en torno a la forma en la que los humanos observan al resto de las especies animales.

«Formas de vida y juegos de lenguaje», Plaza y Valdés Editores

Estudiar las formas de vida

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Wittgenstein decía que el elemento decisivo en la comunicación no es tanto que el receptor crea el mensaje que se le entrega, como que lo entienda. No son las intenciones del emisor ni la coincidencia de ideas con el interlocutor las que posibilitan la comunicación, sino el uso de una serie de registros que ambos comparten. A esto habría que agregar que lo que da significado a los signos y sonidos de un lenguaje es la práctica normativa de su uso. Y, por lo tanto, las cosas no son el significado de las palabras sino lo que a nivel cultural se ha establecido como verdad vinculada a esa palabra.

Llegado a este punto es importante mencionar que conocer un idioma no es poder comunicarse o compartir una forma de vida con aquellos que lo hablan.

Cuando estudiamos un idioma extranjero, por ejemplo, podemos hacerlo de dos maneras: aprendiendo estructuras gramaticales y significados de las palabras o acercándonos a la forma de vida de los hablantes. El resultado en ambos casos será completamente diferente. Mientras que en el primer caso simplemente accederemos a un conocimiento general de la lengua, en el segundo, llegaremos a comprender por qué las palabras significan lo que significan y por qué se utilizan determinadas estructuras gramaticales; esto nos ayudará a comprender otras cosas de la sociedad que habla dicho idioma. Es por eso que cuando aprendemos un idioma viviendo en el país donde se habla, podemos comprenderlo de verdad, sentirlo más quizás. Y es también por eso que cuando cambiamos nuestro marco lingüístico, también la experiencia vinculada a nuestra forma de vida llega a su límite y debe ampliarse.

«Formas de vida y juegos de lenguaje», Plaza y Valdés Editores

En los diversos capítulos del libro se intenta establecer las diferencias entre un concepto desarrollado ampliamente por Wittgenstein, que podríamos decir es el lev motiv de su estudio, «lebesnform» (forma de vida) y su plural «form des lebens» (formas de vida). El concepto de forma de vida se encuentra estrechamente ligado al lenguaje mientras que formas de vida establece una correlación con el mundo y deja de lado el lenguaje. Dicho de otra forma, el uso en singular apunta a la forma individual de la vida mientras que el plural, a la colectiva.

Al vivir en sociedad necesitamos conocer los códigos del grupo humano en torno al cual nos movemos. El lenguaje es una parte importante del aprendizaje, y con él todo aquello relacionado con las acciones, habilidades y las ideas que se transmiten a partir del habla y nos acercan a comprender la forma en la que esa sociedad evoluciona, se entretiene, interactúa, vive.

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Un libro para entender nuestra vida en sociedad

Y este artículo daría para mucho más, tantos son los temas que toca y tan amplio el radio de reflexión que abarca este libro. Podríamos hablar de la conexión entre el lenguaje y la praxis intersubjetiva y social (punto de encuentro entre lenguaje y realidad), de la forma en que la cultura se cultiva y se hereda, de la distinción entre decir y significar, del pensamiento como sinónimo del habla en tanto y en cuanto manipula el lenguaje, de los conceptos de regla, lenguaje y significado y de los muchos significados que una misma palabra puede tener en un espacio sociocultural y en otro. Pero hasta aquí llego. Ahora les toca a ustedes acercarse a este libro y mover sus propios engranajes. Les aseguro que ésta es una más de las muchas publicaciones de Plaza y Valdés que valen la pena.

Termino con una frase que puede ayudarnos a comprender la importancia de analizar el lenguaje como algo colectivo, que formamos todos, que nos alimenta y que nos ayuda a alimentar a otros.

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«Formas de vida y juegos de lenguaje», Plaza y Valdés Editores

Comentarios1

  • Rapsodico

    Articulazo. Extenso pero interesante de principio a fin. En concreto, las siguientes palabras me han llamado mucho la atención: "El concepto de forma de vida se encuentra estrechamente ligado al lenguaje mientras que formas de vida establece una correlación con el mundo y deja de lado el lenguaje"
    Un artículo ilustrativo para la reflexión.
    Felicidades, Tes. Un abrazo.

    • Tes Nehuén

      ¡¡Muchísimas gracias, Rapsódico!! Las lecturas de Plaza y Valdés son exquisitas, la verdad. La extensión toca su límite, lo sé, pero con obras así te quedas con ganas de decir tantísimas cosas...
      Un abrazo enorme y gracias por leerme :-*



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