Los escritores más significativos que murieron en los campos de concentración nazis

Hoy día 27 de enero se conmemora en todo el mundo el setenta aniversario de la liberación de quienes se encontraban encerrados y masacrados en el campo de concentración nazi de Auschwitz. De ahí que esta fecha se haya elegido como la más adecuada para convertirse en el Día Internacional de la Conmemoración de las Víctimas del Holocausto llevado a cabo por los nazis.

Interminable parece la lista de personas que estuvieron atrapadas en espacios como aquel, que eran de exterminio y que se convirtieron en enclaves donde la crueldad humana fue llevada a límites insospechados, donde los dirigentes seguidores de Hitler llegaron a unos límites de salvajismo que resultan dantescos, horripilantes y originadores del más profundo rechazo.

Ante los actos llevados a cabo por los nazis sólo unos cuantos prisioneros pudieron sobrevivir, otros muchos murieron por falta de alimento, por torturas o por fusilamientos y cámaras de gas. Y en este último grupo se encuentran un importante número de escritores célebres que nos dejaron su mejor legado: sus obras.

En concreto, entre aquellos podríamos destacar los siguientes autores:

Irène Némirovsky. El 17 de agosto de 1942 fue cuando murió en el campo de concentración de Auschwitz esta novelista ucraniana de origen judío, que se convirtió en un referente literario de su tiempo, tanto por su calidad como por las interesantes historias. Estas dieron forma a libros de gran éxito como Suite francesa, que recibió póstumamente en 2004 el Premio Renaudot y que viene a contar cómo la Francia que ella conocía desapareció en 1940 a partir de la ocupación alemana.

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Ana Frank. Una de las obras más importantes de la literatura mundial de todos los tiempos es la que salió de la pluma de esta pequeña alemana: Diario de Ana Frank. En este trabajo, que fue publicado póstumamente pues ella murió por tifus en el campo de Bergen Belsen unos días antes de que fuera liberado, viene a contar cómo vivió aquellos días en los que tuvo que refugiarse durante un tiempo con toda su familia en un escondite para evitar ser capturados por los nazis, quienes finalmente los encontraron.

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Max Jacob. Aunque es muy conocido por su pintura, este francés, que falleció en el campo de concentración de Drancy en 1944, también logró gran éxito con su poesía  o con sus obras de teatro.

En concreto, aquel, un gran amigo de Pablo Picasso, ha pasado a la Historia con obras tales como Saint Matorel y Filibuth o el reloj de oro. Esta última viene a realizar un singular viaje por Europa a través de un sinfín de personajes de lo más variopintos que poseen una única cosa en común: haber tenido en algún momento en sus manos el citado objeto que da título al libro. Así, el lector conocerá a un juez de instrucción, a un pintor, a un conjunto de “pijos” de la Costa Azul e incluso a miembros de una red de espionaje.

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Estos son tres de los grandes autores que murieron en campos de exterminio nazi. Hoy es el día para recordarles a ellos, a otras plumas que también encontraron su mismo final, como sería el caso del ruso David Voge, y, en general, a todas las personas que tuvieron la desgracia de caer en manos de los seres más crueles sobre la faz de la Tierra.



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