Lizandro Chávez Alfaro

El escritor nicaragüense Lizandro Chávez Alfaro, quien enriqueció al universo de las letras con cuentos, poesías, novelas y ensayos, llegó a este mundo el 25 de octubre de 1929 en el municipio de Bluefields.

Desde muy joven, este autor que completó el bachillerato en el Instituto Cristóbal Colón ubicado en su localidad natal sintió interés por el arte, específicamente por la pintura y la creación literaria. Según se cuenta, realizó una única exposición pictórica, la cual tuvo lugar en la Casa-Museo de Lola Soriano situada en Managua.

Más tarde se trasladó a territorio mexicano, donde sumó experiencia en los campos del Periodismo y la Publicidad, trabajando como traductor y corrector de estilo, por ejemplo. En la Academia de San Carlos dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México, además, amplió sus conocimientos sobre Pintura.

“Hay una selva en mi voz”, “Arquitectura inútil”, “Los monos de San Telmo”, “Tragame tierra”, “Vino de carne y hierro”, “Trece veces nunca” y “Balsa de serpientes” son algunas de las obras que desarrolló este hombre que en 1976, varios años después de haber sido distinguido con el Premio Casa de las Américas de La Habana, comenzó a dirigir en Costa Rica la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA).

La vida de Lizandro Chávez Alfaro llegó a su fin el 9 de abril de 2006, ya con su salud muy debilitada como consecuencia de un cáncer avanzado. Meses antes de su deceso, el escritor había sido nombrado en la Academia Nicaragüense de la Lengua como miembro honorario.

Muchos colegas suyos lo han elogiado en distintas oportunidades. Sergio Ramírez, por ejemplo, lo ha definido como uno de los escritores nicaragüenses “trascendentales del siglo XX” cuyo legado merece ser recordado y difundido para que cada vez más gente lo conozca, mientras que Claribel Alegría lo evocó como un “gran narrador” con el que tuvo el privilegio de cultivar una profunda amistad.