Jean Anouilh

La figura y el legado de Jean Anouilh, descendiente de una pareja vasco-francesa que se había afincado en París antes de su nacimiento, son recordados a nivel mundial aún cuando ya pasaron más de dos décadas de su fallecimiento debido a los valiosos aportes culturales que realizó este hombre como dramaturgo.

Su llegada al mundo se produjo en la localidad portuaria de Burdeos el 23 de junio de 1910. Antes de brillar como creador de obras teatrales, Jean, hijo de una profesora de piano y un sastre, estudió por un tiempo Derecho (aunque con los años comprobó que lo suyo no eran las leyes sino el universo artístico), se ganó la vida como empleado de una agencia de publicidad y se desempeñó como secretario del escenógrafo, actor y director teatral Louis Jouvet.

«Humulos el tonto», presentada en 1929, fue su primera obra. Le siguieron «Hermine», «El viajero sin equipaje», «Antígona» (adaptación de su autoría que se representó por primera vez en 1944 y llegaría a convertirse en su propuesta más célebre) y «La invitación al castillo», entre otros trabajos que le permitieron sumar popularidad a escala internacional y ganarse el respeto de diversas personalidades del mundo del teatro.

En 1980, el también responsable de «El vals de los toreros», «La cueva», «Querido Antoine», «Hurluberlu o el reaccionario enamorado», «Becket o el honor de Dios» y «La pequeña Molière» (quien, a la hora de escribir, solía inspirarse en el estilo del escritor galo Jean Giraudoux) fue distinguido por la Academia Francesa con el Gran Premio del Teatro que, ese mismo año, instauró la Fundación Le Métais-Larivière.

El talentoso y prolífico Jean Anouilh, cuya obra ha sido traducida a múltiples idiomas e, incluso, inspiró algunas adaptaciones cinematográficas, encontró la muerte en la ciudad suiza de Lausana el 3 de octubre de 1987.



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