Arquitectura de las ruinas

Aurelio González Ovies

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Antigüedad
mujer hermosa
con ojos pompeyanos
que lleva cestos
de sombra
hasta las viñas
Mar
que se mira
en un espejo
y se serena
antes de que
la vean
amanecer las naves
orgullosas
Mujer
lanceolada
con los pechos
en púrpura
que visita
los templos
y pestañean
las lámparas
de aceite
Cintura de la juventud
de la columnas
melancolía
de la flor de
la manzanilla
que te hace
aniversarios
en latín
al lado
de las losas
Mujer
vestida de ceniza
y rayo de luna
que en la noche
te han visto llorar
sobre un mosaico

Pasabas
levemente
los dedos
por la desvanecida
sonrisa
de los padres
queridos.

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Comentarios2
  • maría, la hija del carbón

    Una vez más,la sencillez es sinónimo de calidad. Este poema tiene la solidez de una columna dórica o la de una toscana,sin perder por ello la delicadeza de un hilo de seda ni la dulzura de una casadiella(postre tradicional asturiano cuyo relleno consiste en la mezcla de nuez asturiana molida por manos
    campesinas,pescadoras,mineras,ganaderas..., anís dulce del que ¨no emborracha pero anima a la muchacha¨ y azúcar;todo ello en proporciones secretas que se transmiten de abuelas a nietas; las recetas de los libros... sólo son un sucedáneo,una imitación socorrida).


  • se nota la sencillez de esta persona, su dulzura,su cariño, aunque saliendo de bañugues, de sus noches de verano hace algunos años, no podía ser de otra manera, cenando en el Cristal, con su hermana y amigos, te veo en las fotos y sigues igual que siempre. un saludo

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